Friday, December 12, 2008

HOW TO/ HOW NOT TO

Más títulos en inglés. Esta vez, por si no lo habéis pillado, significa "como hacerlo" y "como no", aunque claro, igual estoy insultando vuestra inteligencia, ¡ja, jaja!

Fuera coñas, hace poco vi dos películas en programa doble, en plan Grindhouse, y el contraste fue tan brutal que no puedo evitar escribir acerca de ello. Os hablo nada menos que de la última película del Maestro Eric Red, "100 Feet", y la última patada en el escroto fílmico del mundo de Paul "no soy el de 'Magnolia' " Anderson, "Death Race".

How to:

Primero, "100 Feet". Una película que supone el "comeback" (me encanta ese palabro, los que hayáis visto el making of de "Tres" ya lo habréis comprobado) del gran director y guionista Eric Red, después de un parón por accidente de tráfico y juicios que ha durado casi 8 años.

La película, de la que ya hablé en su momento, cuenta la historia de Marnie, alias Famke Janssen, una mujer que mata a su marido maltratador en defensa propia, y acaba condenada a un año de arresto domiciliario. El problema es que en su antigua casa habita ahora el furibundo espíritu de Mike, su difunto marido, que además de ser una mala bestia, también era un poli corrupto.

Thriller sobrenatural del bueno. Del que da miedito.

¿Por qué, oh, por qué me gusta esta peli, preguntáis? Pues para empezar, hace gala de la habitual economía de Red, uno de los rasgos por los que más enamoradito me tiene: pocos personajes, pocas localizaciones, violencia y efectos especiales con cuentagotas... A ver, este hombre se las apaña para mantener una historia durante hora y media con entre dos y cuatro personajes en una casa, algo que yo no sabía cómo coño era posible hacer si uno de ellos es un asesino implacable al que ni las balas ni las mismísimas paredes pueden detener. Y sin embargo el señor Red lo hace.

A cualquier cortometrajista o director novel le ha de parecer cojonudo el planteamiento (si Vigalondo la ve, seguro que le gusta; y si no, dejará de caerme así de bien).

La historia empieza de la misma, con Marnie y dos polis entrando en casa y explicando cómo funciona el arresto domiciliario. El ritmo empieza despacio, nos da un buen rato para que nos encariñemos con los personajes, nos da unos cuantos buenos planos situacionales para que veamos cómo es la casa... Bien, Red, bien. Así se hace. Como en los ochenta.

Luego sale el fantasma, claro, que da un mal rollo que te cagas. Sin hacer más spoilers de los que se pueden ver fugazmente en el trailer, sólo deciros que es un señor muerto, aún vestido con el traje de gala de la policía, al que la muerte le ha sentado tan bien como un cursillo de culturismo impartido por Ahnuld. El que antes era un tipo de complexión vulgar, ahora es un armario blanquinegro que puede, apreciablemente, retorcerte el cuello con una sola mano.

Si podéis verla (ahora mismo, me temo que sólo se puede pescar en algunos servidores de Internet, tipo Youtube), Channels recommends it.

How not to:

Ahora tocan las risas. Como decía Jeremiah Harm en el cómic del mismo título, hay que tener talento para fallar a quemarropa. Si tienes vehículos madmaxianos, armas de gran calibre, tías buenas, corporaciones malignas y a Jason Statham , te tiene que salir, por ley de probabilidad, algo medianamente decente, ¿no?

¿Muerte?, la de tus neuronas, quizá. Escúchalas gritar.

Pues no. Monsieur Anderson se las apaña, como siempre, para meter la pata hasta el cóxis. A saber: primeramente, me está diciendo que la historia de Jensen Ames, un antiguo piloto de Nascar reconvertido en currela de siderurgia y, posteriormente, en recluso por el falso cargo de asesinar a su mujer, tiene lugar en un futuro cercano económicamente deprimido en el que la pasta la tienen las corporaciones. Entonces, ¿de dónde coño salen los 99 pavos por sesión que pagan los espectadores por cada "Carrera de la Muerte"? ¿No tienes dinero para vivir decentemente pero sí para ver al calvito de Snatch embestir a otros reclusos con su mustang tuneado? Porque de eso va la historia, de una carrera mortal entre presos que pilotan coches transformados en tanquetas, y que recauda millones de dólares de espectadores que, al parecer, no tienen un puto duro.

Ésa es una. Otra es el hecho de que, al parecer, cada carrera se divide en tres etapas, una por día. Cada coche es brutalmente ametrallado por los demás en cada etapa, y, sin embargo, al día siguiente todos salen a correr como si tal cosa. Ni un boquete se puede apreciar en sus carrocerías. Joder, menos mal que los nazis no tenían esos mecánicos, podrían haber ganado la guerra con sólo media docena de tanques.

Luego también está el hecho de que a nadie se le haya ocurrido prohibirles a los presos el montar en sus coches armas pesadas capaces de volar los muros del recinto, o que haya cárceles femeninas exclusivas en las que todas las reclusas son modelos de lencería, o los asesinos despiadados que sólo necesitan una charla amistosa para convertirse en tus mejores amigos...

Ah, sí, y ser "ex-piloto de Nascar", en el caso de Statham, significa "tener conocimientos avanzados de lucha cuerpo a cuerpo y armas de asalto", por supuesto.

En fin, que Anderson lo ha vuelto a hacer. Ya se cargó Resident Evil (podría haber salido la serie definitiva de zombies de esa franquicia de haberla hecho, por ejemplo, Romero) y Aliens vs. Predator (por lo cual, le odiaré por siempre). Ahora, va a por las pelis tralleras de los 70, quitándoles toda la carga crítica y el subtexto político (decir "las corporaciones son malas" no es subtexto político, no más de lo que decir "la hierba es verde" es expresar conocimientos de botánica) y convirtiéndolas en videojuegos (malos) de hora y media.

Lástima, si la hubiesen hecho con una pizca de gracía, a lo Planet Terror, igual hasta me habría divertido. Supongo que el sentido del humor también es privilegio de los inteligentes... Cuán triste.