Thursday, October 05, 2006

LA SEGUNDA VENIDA (11a parte)

Con la espalda pegada contra los bajos del camión volcado, Fulton por fin consigue localizar a su presa. Su sistema de audio implementado capta las vibraciones acústicas que corresponden al grito emitido por un hombre adulto. El sistema de navegación detecta al objetivo a doce grados, dirección noroeste. Unos veinte metros.

Fulton sale de las sombras, y, con las dos pistolas por delante, corre hacia él.

Tiempo estimado de llegada, cinco coma tres segundos.

Ferrer se asoma a tiempo de ver a Jesús corriendo hacia él, con una pistola automática de larguísimo cargador en cada mano, su melena parda ondeando al viento nocturno y la túnica flameando tras él como la capa de un vampiro.

La situación se le antoja tan irreal que casi se echa reír locamente. En vez de eso, se levanta y dispara contra el individuo...

Y, en una maniobra que, hasta la fecha, Ferrer sólo había visto en películas de acción de Hong-Kong, Jesús salta hacia un lado, esquivando las balas, al mismo tiempo que dispara.

Las dos pistolas sueltan sendas ráfagas, abriendo dos líneas gemelas de agujeros en el pecho y el estómago del sargento. La armadura corporal no puede hacer nada contra munición explosiva de ese calibre, y sus órganos internos se ven reducidos a pulpa por la brutal onda de choque.

Perdiendo súbitamente toda fuerza, Ferrer deja caer el TH, aún humeante.

Siente el sabor de su propia sangre en la boca mientras el mundo se vuelve borroso, y piensa: "Eso es imposible. No se puede hacer."

Entonces, cae al suelo. Lo último que ve antes de que todo se vuelva blanco (él siempre imaginó que sería negro) es a Jesús andando hacia él, todavía con su sonrisa reconfortante en la cara.

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