Saturday, September 30, 2006

LA SEGUNDA VENIDA (10a parte)

El teleobjetivo digital sigue buscando blancos, pero no acaba de localizar nada. Fulton sólo recibe el mismo mensaje vago e irritante: BUSCANDO.

El hispano grandote que transportaba al herido ha caído y está muerto, eso seguro. El sistema no recibe signos vitales. Ahora es tan verde como el fondo. Pero, ¿y los otros dos?

El herido puede haber muerto. Tal vez algún proyectil le alcanzara, porque está tirado tras el grandote y no se mueve. Desgraciadamente, está demasiado cerca del cadáver y el sistema los confunde. Fulton los recibe a ambos en colores verdes, pero no sería la primera vez que el puto microordenador se equivoca. Como aquella vez en el Amazonas...

"No, olvídate de eso. Piensa en la misión. Concéntrate."

Aspira el aire y lo deja escapar.

"Dios, ojalá tuviese un lanzagranadas."

Justo cuando empieza a preguntarse dónde se ha metido el jefe (desapareció, rodando por el suelo, un segundo antes de que cayese el grandote), una bala arranca un chispazo del eje de transmisión del camión. Maldiciendo, Fulton da un volatín hacia atrás, en el momento en el que el suelo donde había estado un segundo antes estalla en media docena de sitios. A través de la nube de polvo, Fulton levanta una Glock y busca al hispano. Le ha descubierto.

"A la mierda."

Dispara una ráfaga al azar. Con suerte, alguna bala acertará.

Ferrer echa a correr después de disparar la segunda andanada. Es ahora o nunca, todo o nada. Corre hacia la esquina de un edificio cercano, sin dejar de apuntar al camión con el cañón del TH. Pasa junto a Sánchez, que le gime algo. Tal vez le dé ánimos, tal vez le maldiga por dejarle sólo. Se preocupará de eso cuando esté a salvo.

La esquina está cada vez más cerca. Va a lograrlo...

Entonces, algo caliente pasa zumbando junto a él y le abre una larga herida, que va desde el hombro hasta el omóplato izquierdo. Ferrer deja escapar un grito y se tambalea, justo cuando la bala explosiva estalla contra una farola en una lluvia de chispas.

Ferrer se deja caer contra la esquina. Se golpea la herida y el dolor resulta mayúsculo. Suelta un alarido, pero al menos está cubierto.

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